Nicaragua
07.12.15

Esta es Vilma: Todavía no está dispuesta a dejar de luchar contra la tortura en su país

7de diciembre, Managua (Nicaragua) – CuandoVilma Núñez de Escorcia se levanta por la mañana, piensa en lo mucho que lequeda por hacer, en los casos sobre los que todavía no ha podido hacer nada.Son casos difíciles, por su complejidad y porque la prensa revela pruebasnuevas todos los días.

“Para trabajar los derechoshumanos, tienes que creer en ellos de verdad. Vamos siempre cuesta arriba y losresultados se cosechan poco a poco,” afirma. “Hay que tener una motivación personal para seguir adelante.”

Y ella, claro que la tiene. A sussetenta y siete años, Vilma dirige el Centro Nicaragüense deDerechos Humanos (CENIDH) desde hace un cuarto desiglo, ayudando a los más desfavorecidos y fomentando en la sociedad civil lacapacidad de proteger y promover los derechos humanos. No es una labor reposadapara esta mujer quien, hace solo diez años, figuraba entre las mil candidatasal premio Nobel de la Paz por su labor en pro de los derechos humanos en supaís.

Vilma fue la primera magistrada deNicaragua nombrada por el vicepresidente de la Corte Suprema, donde ejerció de1979 a 1987, y explica su compromiso en favor de la lucha por la justicia porel hecho de haber nacido fuera del matrimonio ­–algo terrible en aquel tiempo– loque le supuso quedar excluida del mejor centro de enseñanza secundaria y nopoder heredar tanto como sus hermanos “legítimos”. Ahora agradece lo queentonces consideró como un “infortunio”, ya que le hizo comprender que elsistema legal trataba a las personas de modo desigual. Por eso quiso serabogada especialista en derechos humanos y derecho penal.

“Yo no quería que nadie más fuesediscriminado, así que decidí hacerme abogada, para entender y acabar con ello,”explica.

Recuerda que su primer encuentrocon la tortura sucedió cuando tenía siete u ocho años. Uno de los vecinos de sualdea, Rito Jiménez, desapareció. Al cabo de un año, en 1947, se encontró sucadáver en un pozo de La Libertad, una mina de oro a cielo abierto. Dice que nuncase le olvidó la imagen de aquel cuerpo cubierto de cal, blanco como una momia.

Más adelante, en la universidad,aprendió sobre los numerosos métodos de tortura cuando fue a visitar a dos desus profesores que habían sido detenidos. Vio, así, que todos los dientesdelanteros de su profesor Alonso Castellón habían sido limados mientras estabadetenido, y luego organizo el primer comité para liberarlos.

Luego se dedicó a enseñar, y sedio cuenta de que el ordenamiento jurídico nicaragüense había ignorado latortura por completo hasta 1985, año en el que el gobierno ratificó laConvención contra la Tortura (CCT). No obstante, hasta el día de hoy, segúnVilma, la definición de la tortura en la ley de Nicaragua está incompleta,tomando la CAT como referencia.

Vilma fue torturada cuando ladetuvieron en 1979 porque el régimen de Somoza la consideraba como oponentepolítica, ya que era abogada defensora de los rebeldes miembros del FrenteSandinista de Liberación Nacional. Su familia estuvo cinco días sin noticias deella, justo cinco meses antes de que triunfase la Revolución PopularSandinista. Cuando estaba en la cárcel,los militares le hacían oír grabaciones de su hija de nueve años que decía: “¡devuélvanmea mi mamá, yo vi cómo se la llevaban!”. La hicieron acostarse desnuda en elsuelo poniendo electrodos en el agua, le taparon los ojos y la desnudaron paraque la interrogasen varios hombres que no se identificaron, y también la obligarona hacer series de cien flexiones.

A pesar de estas experiencias,Vilma prosigue su arriesgado trabajo y afirma que, para ella, el miedo a lasrepresalias o a la muerte, sencillamente no entra en sus cálculos. “No bastacon disponer de instrumentos jurídicos para luchar contra la tortura. Hay quetener en cuenta los aspectos de comportamiento, e identificarse con lasvíctimas,” explica.

Actualmente, lo que preocupa aVilma son las limitaciones de la tipificación de la tortura, en particular paralas formas que no dejan trazas visibles, pero que afectan a las personas y asus familias.

Vilma y su organización pensabanal principio que la tortura ya no se practicaba sistemáticamente en su paísentre 1990 y 1996, cuando cambió el gobierno después de la presidencia(1985-1990) de Daniel Ortega. Pero Ortega volvió a ser elegido en 2007 y apartir de ese año la tortura volvió a ser institucionalizada como medio decastigar, someter y aterrorizar, y no se permitía que los defensores de losderechos humanos entrasen en las cárceles. Como la criminalidad ha aumentado estosúltimos años, especialmente en las zonas rurales, se ha torturado a personasque son consideradas como simpatizantes o cómplices de grupos políticosarmados, que en realidad son campesinos que los guerrilleros obligaban aalimentarles, explica Vilma.

Esta ocupa actualmente puestosdirectivos en ONG internacionales o regionales de derechos humanos, la OMCTincluida, y reconoce que es difícil decir que la tortura ha retrocedido graciasa su trabajo. Al contrario, parece quela tortura está hoy más presente en Nicaragua. Pero, por lo menos, la gentesabe ahora que tienen derecho a no ser torturados.

“Para nosotros, nuestro mayoréxito es que la gente ahora entiende el concepto y sabe que vulnera losderechos humanos,” dice.

—por Lori Brumat en Ginebra,traducción por Mercedes Conde.

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